La generación de los niños que siempre miraban hacia abajo

Este fin de semana salimos a cenar a un Restaurante. Cuando Terrícola había acabado de cenar se bajó de la silla y empezó a observar a los otros comensales del restaurante, a mirar por la ventana, dar alguna que otra vuelta…

Observé algunas miradas de reprobación hacia mí: ¿Por qué no le obligaba a sentarse en la silla y estarse quieto? A mi modo de ver… el peque no estaba haciendo nada malo o incorrecto, solo estaba siendo un niño, lo que implica (al menos a la edad de 3 años y 10 meses) movimiento constante.

Cuando miré a mi alrededor para ver que hacían los otros niños me di cuenta que todos tenían la mirada hacia el suelo. Si miraba con más detenimiento… “voilá” un móvil o una tablet entre manos.

No es que me parezca bien o mal que en un momento concreto estén mirando el móvil. La tecnología existe en nuestras vidas y de forma muy viva, así que es normal que también llegue a ellos, no juzgo eso y mentiría si dijera que Terrícola no ha visto jamás una pantalla. Lo que me parece dramático es que cuando vas a un restaurante y observas a tu alrededor… todos los niños están cabizbajos, sí, a base de ser abducidos por la tecnología (a veces incluso la familia entera está abducida).

mirada hacia abajo

De esta forma… nos estamos acostumbrando a que los niños cuando están en espacios “de adultos” están quietos. Si se les ocurre hacer algo parecido a lo que es SER UN NIÑO, como correr, cantar, hablar más alto de la cuenta o reírse a carcajadas… les damos un móvil para que se queden en ese estado vegetativo que se quedan los niños cuando tienen una pantalla enfrente. Así no molestan, así nadie nos mira mal.

Y así vivimos, también, una situación un tanto absurda: niños quietos con tecnología en mano, niños con la mirada siempre hacia abajo, niños que durante todo ese rato acumulan energía que después explosiona de cualquier forma (¡¡y menos mal que lo hace pues los niños necesitan moverse!!) Pero entonces también está mal, son hiperactivos o muy movidos o tremendos cuando en la mayoría de casos solo son NIÑOS SANOS faltos de movimiento.

Me gustaría hacer un llamamiento para que se deje a los niños ser niños, para que no se les silencie con tecnología. Que se rían fuerte y alto, que nos cuenten mil veces seguidas la misma historia, que se bajen de la silla y examinen el restaurante (¿hay luces de emergencia?, ¿Cuántos extintores hay?) Que observen a la gente, que le pregunten el nombre al niño de la mesa de al lado… siempre con respeto por supuesto y sin molestar ¿pero cómo se aprende si no es observando y preguntando? A veces todo eso nos molesta más a nosotros que a los demás.

Dejemos que vuelva un poquito el ruido a nuestras vidas, volvamos a acostumbrarnos a los revoloteos de los pequeños y no les silenciemos más. Riámonos fuerte de sus chistes (aunque a veces no tengan sentido o gracia) y aprendamos de esos pequeños maestros, que nos enseñan tanto simplemente siendo. Si todos lo hacemos, eso que llamamos ruido se convertirá en cotidianeidad.

Yo al menos no quiero espacios sin niños, ni quiero niños que siempre miran hacia el suelo, me gustan los niños que miran hacia dónde quieren, que miran hacia aquello que les despierta interés, con ganas de aprender y disfrutar. Tan sencillo (o tan complicado) como eso.

Un abrazo,

Clara

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23 comentarios en “La generación de los niños que siempre miraban hacia abajo”

  1. Totalmente de acuerdo contigo Clara! Parece que si no conseguimos que los niños se estén quietos tenemos un problema…como dices, estoy de acuerdo en que les dejemos ser nños, siempre respetando el entorno y las personas de alrededor. También nos obliga como padres a buscar maneras de entretenerlos que no sea la “fácil” de sacar una pantalla, nos pone creativos y nos da la oportunidad de pasar un tiempo juntos.

    1. Gracias Ama. Y por supuesto, para los momentos de espera o in-pass uno tiene que ser creativo, jeje. Al mío le encanta ir, aunque haya momentos que le cueste esperar un plato, por ejemplo. Para eso… llevamos siempre algún cochecito, muñeco, pedimos colores o contamos historias… como dices, es una oportunidad de pasar tiempo juntos! Un abrazo guapa, Clara.

  2. Como miembro de la plataforma #quierocomertranquilo, yo animo a los padres a tomar cualquier iniciativa que haga que los niños no incordien. Si es mediante una pantalla de televisión o un móvil, bienvenido sea. Nosotros somos conscientes de la curiosidad infantil y de lo importante que es en su desarrollo, pero también somos conscientes de lo siguiente: 1) en espacios comunes su curiosidad finaliza donde empieza la comodidad del vecino, 2) “mi niño se porta bien” demuestra siempre ser falso o estar muy por debajo de la tolerancia razonable y 3) si has decidido procrear debes ser consecuente y no imponer el resultado de tu decisión a terceros que no participaron de la misma. Entendemos que este mensaje puede parecer brusco e insensible, pero una sociedad políticamente correcta en exceso provoca que el criterio de protección al menor sea tan desmesurado que crecen pequeños dictadores, y no niños sanos y autosuficientes.

    1. Gracias por tu comentario Óscar, aunque evidentemente no estoy de acuerdo contigo. Creo que nada tiene que ver el no poner ningún límite o norma a tu hijo (y criar un pequeño dictador, como dices) con darle siempre un dispositivo electrónico para que “desaparezca” de la mesa. Están ampliamente demostrados los efectos perjudiciales de la tecnología sobre los niños, con sus cerebros en desarrollo, así que decir tan ligeramente eso de… “lo que sea con tal de que no incordien” no me parece cuidar bien a los niños, que son el futuro de la sociedad. En cualquier caso… me gustaría tener esa posibilidad con los adultos: cuando haya personas que molesten, rían o griten de más en un Restaurante, darles un móvil para que dejen al resto tranquilos. Creo que a veces exigimos más a los pequeños, que aún están aprendiendo, que a los adultos.
      A mi modo de ver, la sociedad es plural, no podemos excluir a un colectivo de esa forma. Y si alguien sí quiere hacerlo que busque espacios exclusivos para su colectivo. Un abrazo, Clara.

    2. Los niños y niñas tienen el mismo derecho que usted a ir a un restaurante y por tanto participar de la vida social con familia y amistades. No es una cuestión de ser políticamente correcto, es una cuestión de tolerancia y de convivencia. Aquí todo el mundo debemos poner de nuestra parte, no sólo los más pequeños.

    3. Defensor de la infancia

      Buenas noches Óscar,

      Si pides respeto predica con el ejemplo. Hacerse la víctima es muy sencillo y los adultos tendemos a culpar a los peques de nuestra incapacidad para ser tolerantes y pacientes. Espero que si algún día tienes hijos la madre piense como la autora del blog y no como tú, la irracionalidad tiene que quedar compensada por algún lado y me daría pena pensar en ese niño que tiene un padre que piensa que lo correcto es estarse quieto como un palo.

      Relee tu comentario varias veces hasta que dejes de encontrarle sentido, te darás cuenta de la estupidez que has dicho.

    4. Yo voy a hacer una plataforma llamada “derechoairconmihijoatodaspartes”. Su comentario es de una intolerancia brutal. El mismo derecho a disfrutar de una comida en un restaurante lo tenemos los que vamos con niños. Su percepción de si se portan mal o bien es completamente subjetiva y depende de quién los observe. Voy a provocar su incomodidad afirmando que, igual que usted cree tener derecho a comer tranquilo, el bebé de 8 meses de mi amiga tiene derecho a comerse su verdura hervida con sus manitas en la mesa de al lado, y a quien no le guste, que mire para su propio plato. ¿Dónde marcamos el límite de lo que son buenos modales en un restaurante? Entonces una persona con sordera que tiene un tono de voz alto y molesto no tiene derecho a comer fuera, ni tampoco los padres de un niño discapacitado, pongamos por ejemplo con Down, tendrían derecho a disfrutar de una comida fuera con su hijo, porque igual a los de su plataforma les perturba en su deleite gastronómico… La tolerancia es imprescindible para convivir en sociedad, no todo el mundo es igual de perfecto que usted y, sobre todo, los niños y los ancianos, a veces molestan un poquito, pero tienen los mismos derechos que el resto.

      1. Nosotros siempre llevamos a nuestros hijos al restaurante y hacemos lo posible por que no molesten pero oye si se mueven un poco sin molestar a ningún camarero ni a los que están sentados pues hala no hay problema alguno.

        Casi siempre veo gente educada y respetuosa con los peques que cuando bailan o juegan en público sonríen y les acarician la cabeza, porque eso es sentido común.

        Yo cuando veo peques jugando o caminando me dan ganas de comérmelos de amor porque son maravillosos y si llora alguno entiendo que los niños lloran y que cuando se sienta mejor dejará de hacerlo, no son robots. Nosotros siempre hablamos y pasamos no vamos fijándonos en todo y quejándonos.

        Quizá los niños estarían mejor en lugares donde piensen en los niños. Ya hay cafeterías y restaurantes que tienen un rincón infantil de juego y ya era hora.

  3. Ai gracias!!! ya empezaba a pensar que era la única escandalizada con este tema!!! Los niños de hoy en día tienen un exceso de pantallas y, de alguna manera u otra, esto nos acabará pasando factura. Además añadiría que al darles el móvil en estas ocasiones también estamos perdiendo la oportunidad de enseñarles a estar tranquilos, a comportarse en diferentes situaciones,… Bueno, y sin sacar el tema que las pantallas matan la imaginación, la creatividad o las ganas de leer y que les calman de forma momentárea, pero les irritan y alteran mucho (la explosión que comentabas). En fin,… otro debate muy candente!

    1. Toda la razón Club Peques Lectores, es un debate que da para mucho!! Y estoy contigo, no se trata tampoco de que los niños hagan cualquier cosa en el Restaurante, es una oportunidad también para que aprendan a distraerse de otras formas, para que aprendan del entorno, la espera entre plato y plato… y sobretodo es una oportunidad para disfrutar en familia. Todo eso perdemos con un móvil, con el que no aprenden nada porque están abducidos. Estoy contigo, las pantallas matan la imaginación y arrasan con casi todo lo demás. Un beso guapa!

  4. Yo soy medre de dos, un nene de 5 y la pequeña de 2.9 años, yo estoy en el medio, creo que todo ed válido sin exagerar.. Les llevo colores y cuentos así como algún juguete para el tiempo que tardan en atender y servir… Luego se guarda todo mientras comen y claro que hacen algún ruido risas o hay alguna pelea entre ellos cuando trascurre la comids pero nada que ses exagerado como berrinches o aventar comida o cosas así porwe no lo permito…luego al terminar de comer ellos si aun estamos comiendo los adultod pues si les suelto las tabletas un rato. Ahora lo de molestar o no s los demás pues hay se ser coherente con los horarios o lugares donde uno los lleva… Si es un redtsursnt familiar con menú infantil y con área de juegos pues obviamente se habrá niños… Lo que vallan deben saberlo y si sin así entran pues ser tolerante con los derechos se ellos tienen….. Pero por otro lado si es un restaurante más enfocado a cenas tipo de adultos para tomarte un vino y platicar en pareja o en grupo tomando una copa etc.. Donde no hay nada adecuado s niños ni menú ni juegos ni nada de eso… Pues entonces creo que si una los lleva es porque vas a cuidar que se comporten bien claro como niños que son pero wue sigan las reglas….

    1. Gracias Luna María. Cuando escribí el artículo tenía en mente Restaurantes normales, aquellos a los que va todo tipo de personas y edades, no locales muy concretos que sean claramente “sólo para adultos”. Desde mi punto de vista, en un Restaurante normal y corriente deben poder entrar todos los públicos, entre ellos los niños, y se les debe permitir ser como son sin exigirles ser mini adultos, porque entonces no están respetándoles ni permitiendo la pluralidad. Obviamente, no se trata de que molesten al de al lado ni que hagan la zancadilla al camarero, pero sí que puedan estar sin exigirles silencio absoluto (cosa que ni los adultos hacemos). Un abrazo guapa, Clara.

  5. Totalmente de acuerdo contigo Clara, yo cada vez que veo a niños cada vez más pequeños enchufados a todo tipo de aparatos electrónicos, para tenerlos eso “tan tranquilitos” como se excusan los papas…… Se me cae el alma a los pies. Hace poco ví una madre mirando ropa con su hijo que no tendría más de 7 años con la tablet jugando a un juego que terminó golpeándose con los percheros y encima la madre le dijo “pero estas tonto???” De risa…… Pero estoy encantada de ver que cada vez somos más mamis interesadas en que nuestros peques vean otro tipo de mundo!!!!!! Besos a tod@s y uno muy fuerte para ti Clara que nos enseñas tantas cosas bonitas en tu blog?

    1. Muchas gracias Eloisa por tus palabras, me alegro que te guste el blog. Sí, tienes toda la razón… yo también he visto escenas como las que comentas… Seguro que es un tema complejo… pero tener tiempo para dedicar a los peques y estar realmente presente es muy importante. Un abrazo guapa!!

  6. De acuerdo con el tema, con Clara y todos aquellos que más que estar a favor de “comer tranquilo” piensan más allá; hagamos memoria, nosotros crecimos (tengo 41 años) …sin aparatos electrónicos que nos pusieran en paz, sino con convivencia en familia y autoridad y consecuencias que más que ponernos en paz, nos mantenían distraídos, entretenidos, , escuchando anécdotas, aprendiendo en “cierta tranquilidad” y así nos enseñaron a convivir en sociedad: saludar al llegar a un lugar, decir “por favor” y “gracias”, no interrumpir una conversación de adultos, obedecer, etc.
    En Gdl, Mx soy maestra de primaria, desde hace 20 años y al parecer este ciclo que estuve frente a 3o grado será el último pues he terminado agotada como nunca; entre unos niños que al parecer en lugar de recibir atención y educación en casa, reciben toda clase de electrónicos y permisos para usarlos a diestra y siniestra y unos padres que además de compensar los tiempos de ausencia (no sólo física, sino también en un mismo espacio pero cada quien con su cel, ipad, etc) con esos aparatos, parecen haber olvidado que no sólo la escuela tiene responsabilidades hacia sus hijos, ignorando inculcar lo básico en la convivencia en sociedad, aprovechando esos momentos como nuestros padres o abuelos lo hicieron, momentos dónde aprendiste palabras nuevas, dichos, refranes, chistes, adivinanzas, leyendas y hasta sus aventuras y travesuras… que además son parte de la supervivencia de nuestras tradiciones y cultura.

    1. Toda la razón Alexandra. Al incorporar los dispositivos electrónicos como “nuevos educadores” de los niños estamos perdiendo la oportunidad de acompañarles nosotros mismos en su crecimiento, lo cual trae nefastas consecuencias. Lamento que hayas vivido ese año tan duro en la escuela, pero espero que no abandones, hacen falta buenos maestros. Un abrazo, Clara.

  7. Como han dicho por ahí arriba, esto antes también se hacía, el llevarnos a comer a un restaurante, y lo hacíamos siendo niños y sin móvil. Qué era diferente entonces?
    Yo creo que la relación de normalidad entre padres e hijos. Nosotras en casa siempre hemos compartido el rato de las comidas en casa como un momento en familia de lo más normal. Diría yo que desde el momento de comprar, cocinar, poner la mesa y sentarnos a comer hablando todos juntos egun familia.
    Hoy día esto ya no es tan normal. A menudo se deja al niño fuera del proceso de comprar, de preparar, e incluso se le da antes de cenar y los padres cenan citando los niños duermen, en otro turno.
    No sé, a mis hijos tan normal les parece compartir comida en familia en casa como fuera. Y se comportan parecido. Hay más tiempos de espera, sí… Pues lo que habéis dicho… observan, hablamos, jugamos al veo veo, hacemos una vuelta al baño de reconocimiento del local, y bueno, cuaderno y lápices de colores s son el producto estrella, que lo mismo les vale para un restaurante que para un viaje largo en coche que para la consulta del médico.
    Cuando son un poco más mayores (6y4 en mi caso) lo de dibujar es algo maravilloso la verdad. Les encanta crear y crear, eso sí que hace trabajar la imaginación…y a medida que crecen un cuaderno vale también para plantearles juegos…. el ahorcado, tres en raya, papiroflexia…..
    Pero en definitiva, creo que un niño acostumbrado a pasar tiempo del bueno cobsus sus padres vive con más normalidad situaciones como las de los restaurantes que esos niños un poco “olvidados dela mano de dios” a los que se les compensa la falta de dedicacion con pantallas y diversión fácil de corta duración

    1. Toda la razón, papel y lápices son geniales para salir fuera. Yo tampoco quiero idealizar la situación de antes… Había que obedecer porque sí y la disciplina impuesta en muchas familias era dura… Pero sí creo que la ausencia de dispositivos electrónicos favorecía más momentos de familia en la mayoría de los casos. Un abrazo y me alegro que podáis disfrutar todos juntos. Un abrazo, Clara.

  8. Genial el artículo, Clara. Me hace pensar que vivimos en una sociedad extremadamente preocupada de la opinión del Sr.o Sñra que tenemos en frente. Nosotros somos de los raros que llevamos un cuaderno y pinturas para la hora del postre … Mis cachorras revolotean igualmente por otras mesas, unas veces en calma y otras veces mas alborotadas … son niños y vivimos en una sociedad de plástico, donde cualquier síntoma de naturalidad o espontaneidad resulta molesta, inoportuno… Me ha encantado esa frase de “nos enseñan tanto simplemente siendo”… Seamos nosotros, como adultos, como sociedad, un poco más transigentes con lo que nos rodea, naturalicemos la vida !!!! Un saludo Clara.

    1. Gracias Leticia!! Nosotros también llevamos cosas para que comer fuera sea posible y divertido para todos. Estoy contigo, naturalicemos la vida!! Un abrazo guapa, Clara.

  9. Cuando éramos niños jugábamos en la calle, hacíamos nuestros inventos infantiles, con piedras, huesos de frutas, botes de hojalata de conservas,con las combas, jugábamos al fútbol con pelotas de trapos, etc. etc. etc., también cosas muy incorrectas, si, si, hacíamos enfadar a las buenas patronas de las casas y teníamos que correr, puesto que nos perseguían con la escoba, eran otras épocas, otras épocas, y tanto, nos peleábamos y todo, la sangre nunca llegaba al río, pero, los sábados por la tarde, aun hoy son inolvidables, no digo que aquellos tiempos eran mejores o peores que ahora, cada cual…, es que soy un anciano de 1926, si, este año año ya 91, i visca, visca, mderavellosos records.

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